lunes, 7 de marzo de 2016

HABLANDO CON LAS PAREDES: «MUJER BONITA ES LA QUE LUCHA»

Los inconformes hacen hablar a las paredes para reflexionar, para agitar, para sorprender al transeúnte distraído. Otras veces intentan hacer propaganda política y lo logran, siguiendo el juego de la propaganda y de la política. Nosotros queremos hablar con las paredes para profundizar lo que gritan.

La propaganda política actual, de izquierda a derecha, sigue los preceptos de los más pusilánimes publicistas del mercado: hipersimplificar la realidad y partir de conceptualizaciones preexistentes. Aquí, desde un supuesto feminismo (aunque sospechamos que es una frase acuñada por un hombre absolutamente absorbido por la cultura dominante), se intenta exaltar a la mujer, más precisamente a la mujer que lucha para, considerando que ser bonita es una meta a alcanzar, ponerla como ejemplo a imitar… Y así, según esta mentalidad publicitaria, más mujeres se verían tentadas a luchar, tal como muchas personas se ven tentadas a usar tal o cual producto para verse bonitos.

Los estándares de belleza dominantes no son característica natural de las mujeres tanto como “ser bonita” no es más que la aspiración de su rol construído por esta sociedad. Cuando un simpatizante de izquierda pretende hacer publicidad lo hace desde su cómoda posición de normalidad en este mundo. Para él la mujer es una fantasía lista para consumir que intenta adquirir cada vez que compra un desodorante, una moto o una cerveza, pues las publicidades no sólo le venden esos productos sino también “una mujer”. Así es tan o aún más perverso que el publicista de una empresa que, para vender una cerveza, pone a una mujer flaca y rubia en bikini. El publicista quiere meramente vender un producto y lo sabe, el militante de izquierda vende identidad, sentimiento de pertenencia y éxito personal en nombre del cambio social y, a veces, hasta de la revolución… aunque cada vez menos porque —piensa el publicista de la política—, eso ya no vende y asusta a “la gente”.

Podrán decirnos que frases como esta tratan de invertir los cánones de belleza… ¿Invertirlos? ¡Se trata de destruirlos! No es cuestión de hacer prevalecer un cánon contra otro o reivindicar el más rechazado, el que tiene menos éxito, eso jamás resolverá el problema. Como jamás resolverá el problema conformarse con las humillaciones “resignificándolas”, convirtiendo en señas de identidad los insultos preferidos por la ideología dominante en boca de sus huecos repetidores.

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